Iracema da Silva Pinto trabajaba en la plantación de mandioca, pero los ingresos no eran suficientes para satisfacer sus necesidades básicas. Pedro Paulo Furtado Lima trabajaba en la extracción itinerante de madera, lo que le obligaba a levantarse todos los días a las 4:00 am y no había podido echar raíces en ningún lado. Sus condiciones de vida y las de otras 202 familias de la región de Tailandia (PA) cambiaron, para mejor, desde el momento en que se convirtieron en productores de manojos de palma. “Fue un nuevo comienzo para nosotros”, dice Pedro Paulo.

Estas familias son aliados de Agropalma, el mayor productor de aceite de palma sostenible de América, en un proyecto iniciado hace 20 años con la  provisión de un área regulada por el Gobierno del Estado. Agropalma brindó asistencia técnica, suministro de insumos y garantía de compra de toda la producción. “Muchas de las familias seleccionadas tenían ingresos que las colocaban por debajo de la línea de pobreza. Hoy disfrutan de su casa propia, coche y tienen comodidades”, dice el director agrícola de la empresa, André Borba. La renta bruta de los agricultores familiares involucrados aumentó, en promedio, un 685%, alcanzando R$ 6.082 por mes.

Compromiso total

Además de mitigar el éxodo rural, el proyecto contribuye fuertemente al dinamismo económico de la región, demostrando así que en la Amazonía es posible conciliar la generación de ingresos con la sostenibilidad. «Las familias participantes se convierten en agentes de consumo de bienes y servicios, lo que impulsa nuevas oportunidades de empleo e ingresos en la comunidad», describe Tulio Dias Brito, director de Sostenibilidad del conglomerado Alfa, del cual Agropalma forma parte.

Una de las premisas del proyecto es que los productores asociados sigan una serie de parámetros en el cultivo, la cosecha, las relaciones laborales y el cuidado del medio ambiente, sin deforestar ni quemar. Todo ello está previsto en el Código Ético y de Conducta para proveedores y prestadores de servicios. Estas reglas son aplicadas diariamente por la asistencia técnica de Agropalma y verificadas, con mayor profundidad, en auditorías anuales, como las que se realizan a raíz de la certificación RSPO, que tiene como objetivo evitar impactos negativos del cultivo aceite de palma en el medio ambiente y en comunidades “El compromiso de los productores es muy alto, tanto que la tasa de morosidad es cero. Todos logran llegar a la meta de producción mínima”, dice el gerente de Agricultura Familiar y Socios de Agropalma, Felipe Bigarelli, al referirse al modelo en el que los productores reciben créditos que luego se amortizan con parte de la producción.

Cadena productiva

Agropalma cuenta con seis industrias de extracción de aceite crudo en Tailandia, una terminal de exportación en Belém (PA) y dos refinerías de aceite de palma, en Belém y Limeira (SP). La empresa actúa en toda la cadena productiva, desde el cultivo de plántulas hasta la producción de aceite refinado y grasas especiales. En Brasil, cerca del 80% de la producción de este aceite se destina a la industria alimentaria, como materia prima para productos de consumo masivo, como galletas, helados, bebidas lácteas y condimentos. En total, la empresa cultiva 39 mil hectáreas y tiene otras 64 mil hectáreas en reservas forestales, las cuales protege y monitorea. Genera alrededor de 6.000 empleos directos y mantiene villas agrícolas con infraestructura completa para sus empleados en Tailandia.

«Muchas de las familias seleccionadas tenían ingresos que las situaban por debajo del umbral de la pobreza. Hoy disfrutan de su casa propia, coche y tienen comodidades»

André Borba, director agrícola de Agropalma

Fuente: Economia Estadão